lunes, 28 de diciembre de 2015

¿Salvarnos de qué?

Volví a pasar por la puerta en la que estaba la sirena que nos acompañó, la campana por la que fuimos salvados. La puerta en la que juramos, desjuramos, perdimos las ganas y tantas veces las derrochamos. Pero ya no estabas. ¿Cuánto tiempo llevas sin pasar por ahí? Ni siquiera yo estaba por ahí. Un recuerdo, una reminiscencia, de estos tan vivos que sientes el puñal clavándose en tus ojos, para no ver, para que el nuevo dolor resuene más que el viejo del alma; trabajo fácil.

Seguimos caminando y la sirena sigue ahí. A veces, a lo lejos, puedo oírla. Suelto una sonrisa amarga. Aunque ese sabor a agua con sal cristalina de la amargura sabe bien; las sonrisas también saben bien. Al menos eso me decías, que la mía sabía como aquella miel que no está hecha para la boca del asno.

Así que, me quedo con eso; porque ni siquiera la campana quiere salvarnos ya.


¿Salvarnos de qué?, pregunta.

                                                                            
                                                                                                                               -K

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Donde quiera que pretendas llegar...

¿Por qué esa cara de sufrimiento, pequeña? Siempre acabas preguntándote para llegar a algún lado. Al igual que preguntabas cuando querías encontrar una calle, al igual que cuando preguntabas, pero ya sabías. No se pregunta con una certeza, a menos que ésta sea invisible e impenetrable. Como aquellos sentimientos que sólo salen cuando ves, escuchas o te empapas de la atmósfera que creaba (y crea) una canción.
De repente, te pones a llorar. ¿Cuál es tu motivo? Aquí viene otra pregunta. Joder, deja de querer llegar al final del camino como si no supieses que estás en un bucle repetitivo. El mismo trayecto, una y otra vez, hasta automatizarlo. Somos seres de hábitos: necesitamos acostumbrarnos a todo lo malo de este mundo, porque a lo bueno ya está uno acomodado, como innatamente.
Entre el cielo y el infierno siempre acabaríamos eligiendo el área intermedia. Hipócritas imparciales que esperan de ellos mismos ganarse la tierra santa quemando un valor, el más valioso, enfrente de la puerta que permite el paso a ésta.


¿Por qué escribes esto? ¿Por qué te expresas con dolor y desesperanza? Si quisiese caminar, contestaría. Si quisiese contestar, vomitaría todo. Si no hubiese querido empezar algo alguna vez, nunca me hubiese preguntado nada.











                                                                   -K

domingo, 22 de noviembre de 2015

Esperanza.

-"Me caigo", dice el mundo.
-"Te llevas cayendo mucho tiempo", le contesto yo.
Hacía tiempo que no escribía. Mis ganas habían muerto, algo se había dormido o simplemente tenía miedo a romperme más. Creía necesario dejar este mensaje, me entendáis o no.


Somos una masa que se desplaza por inercia y por puro movimiento rotativo, dando vueltas, a modo de huracán con toda su connotación. Ambiente, valor y enseñanza, pobres de ganas de definirse e impartirse. No hay espacio para nada original, la historia hace un vaivén repetitivo: cada tragedia vivida dos veces, o tres, según su magnitud y su facilidad para ser repetida.
Nos encontramos con demasiados “que no llego a este lugar”, distraídos como el que escucha música en segundo plano, abstraídos en nosotros mismos, porque no hay cabida para que pensemos en algo más grande, más gordo y que nos engloba a todos; cuánto puto drama tan mal llevado, cuántas pocas ganas de tomarme las cosas en serio, de darle un poquito de criterio a palabras de bocas desconocidas o incluso a aquellas conocidas; cuántos músculos movidos artificialmente para sonreír, como creyendo que controlamos un títere, cuando los manejados somos nosotros. Múltiples cosas nos modelan, desde la más imperante a la menos involucrada. Y nosotros, ilusos, que nos creemos dueños y señores de ésta nuestra tierra. Y como dueños y señores de ella, soltamos esos maravillosos “a ver qué se le va a hacer” como la mejor justificación, ante todo.
Todo, todo tan igual y tan absurdo. Todos, todos tan ocupados y tan monótonos. 
“ -¿Cómo te encuentras hoy?  -Con mucho lío. “ 
No entiendo qué narices hacemos descuidando nuestras necesidades emocionales (y, por ende, corporales) por un “falta de tiempo”, una “tarea no entregada” o un “que no llego”. También queremos controlar eso, alterarlo a nuestro gusto. Somos los que mandamos, ¿recuerdas? Y la bola, normalmente, se hace más grande. Ocupa nuestro ser y al final acabamos no conociéndonos y palpando sólo esa bola enorme y ambigua. 
No sé qué me pasa, no solía estar/ser así” cuando la bomba explota y se hace notable que algo no va bien. Los mensajes negativos que nos manda la cabeza no son más que mensajes merecidos, por ingenuos y procrastinadores.
No me malinterpretéis, no tenemos por qué ser todos así. Eso, como casi todo, se puede aprender. “Creeré en la humanidad el día que el rincón de pensar deje de considerarse un castigo.” Pensemos más, en todo lo que nos concierne. Hay tanto campo que agobia y asusta. Nos estamos cayendo con todo lo que eso conlleva, pero la mente de un optimista siempre tiene un último paso que dar.

Una última oportunidad para un último baile.


Aunque ni siquiera sepamos cómo empezar a bailar.

jueves, 27 de agosto de 2015

Agárrala por el culo.

Sí, estoy bien. Una de estas confesiones sin pregunta antes. Para que te enteres, para que os enteréis, hoy os intento contar que todo va bien (aunque no te lo creas, como diría La quinta Estación).
Ella agarra fuerte, estira y cada vez le cuesta más recuperar el pasado. Éste mismo, a su vez, se siente vacío y sólo. Ayer me dijo que si me acompañaba en la soledad de mi noche. Lo rechacé de la manera más descarada en que he rechazado nunca.
Ella agarra las sábanas con sus uñas rojo pasión, como la que corría por la habitación sin echar la vista atrás.
Agarra su pecho como si se lo fuesen a arrancar de cuajo, alegando que no vende ningún alma a ningún diablo y menos a un diablo viejo.
Ella agarra el culo, la copa y desliza sus dedos hacia abajo disfrutando del vaho que deja el hielo; pensando en quién sabe qué, maldiciendo a quién sabe quién.
Agarra una carcajada y la hace suya por un instante o para un tiempo largo. Defiende cualquier suelte de aire con los mofletes elevados y los ojos achinados. Al carajo, con puerta abierta y mayordomo que despida a quien intente discutirle eso que defiende, sus propios postulados.
Agarra sus principios como el que se aferra a una barra de una atracción peligrosa; para no caerse, para mantenerte estable. Escucha relatos de jueves noche o sábado de "tranquis" en cada esquina, cogiendo aquello que pueda hacerla despertar, cambiar, renovar, pelear... Como el 'eat, sleep, rave, repeat' pero pensando más un sueño común con una ética extraordinaria que en una borrachera colectiva, también extraordinaria.
Agarra esa respiración, que es sólo suya, y la suelta en cada charca que encuentra para que sea libre, sin tapujos ni cárceles. Agarra sus palabras, o se las agarran y oprimen, como aquel que tiene que pedir turno para hablar y temer ser mandado al rincón de pensar por las barbaridades, que a los ojos de ellos, acaba de soltar. El rincón de pensar, donde siempre te encontraba... tan elegante, sonriendo.
Agarra cada sorbo de libertad de expresión que le queda, por aquello de que se quiere lo que no se tiene o lo que se echa un poco de menos.
Agarra su vida y la hace suya.
Le pone nombre (para así cogerle más cariño), le da de comer, la hace sentir viva... En fin. Que sí, que estoy bien. Aunque no se lo crean.

sábado, 22 de agosto de 2015

Sonrisas al verme.

Echaba de menos llorar tanto que notes que se te va clavando algo poco a poco, con cada sollozo... Hasta hoy. Echaba de menos un motivo de peso para sentir dolor y derrumbarme por la humedad que baja lentamente... Hasta hoy.
¡Sólo un motivo para llorar y miles que nos faltan para sonreír!
¡Valientes inconformistas!
¡Valientes cobardes!
Sí, vosotros ríos de agua salada que corren y corren, y a la vez renuevan sus aguas siempre, que nunca son los mismos. Unas veces más cristalinos, otros más sucios, otros más llenos de peces...

Odio los ríos. No me gusta correr demasiado para coger una simple hoja que corra con ese agua. Sin embargo, los lagos son bonitos: estables, no tan inmensos como el mar, pero siempre ahí parados con su encanto.
¿Por qué hablamos de naturaleza? Es más fácil hacer una analogía de algo puro con algo puro. ¿Por qué tanta metáfora? La suerte de tu día a día no es tan explícita como queremos que parezca. Las cosas implícitas no son tan complejas, nosotros no somos tan simples, y eso es lo que más me gusta. Simpleza de corazón, complejidad de alma, en esta caja negra de susurros y secretos. La injusticia de lo injusto que unas veces importa y otras no, unas veces frustra y otras no...
¿A quién quiero engañar? Lo injusto nunca pasa desapercibido. Muchas veces, errónemente, acaba siendo ese caso cerrado y abandonado a la suerte de sus días.
Y yo, para abandonarme cuando él también ha sido abandonado a su suerte, siempre prefiero un lago, mi lago. Y él a mí, lo noto. Por aquellas cuatro o cinco sonrisas que le salen siempre a sus aguas al verme, esas sonrisas que dicen: al final, siempre sabremos qué hacer, siempre encontraremos la manera de sacar la cabeza del agua.

                                                        - K

domingo, 9 de agosto de 2015

Quizás, quizás, quizás.

Quizás haya perdido las ganas de escribir,
la inspiración para crear,
las palabras para que me entiendan,
la musa que adorar...
Quizás te haya perdido.
Quizás lo único que tema es volver a utilizar ese arma letal
para volver a romperme en pedazos,
en golpes de muñeca al escribir,
en tecleos a un ordenador...

Tantas cosas en las que pensar,
tanta injusticia hecha noticia,
tanta falta de humanidad hecha persona,
tanta contaminación hecha planeta...
Y yo aquí,
sin saber qué escribir.

Quizás todo lo que nos concierne
se resume en falta de humanidad y consciencia,
pero aunque me gusten las ideas generales,
hay una base de componentes pequeños detrás.


La ciudad está ahí,
mirándonos con decepción y angustia,
pero en el brillo de sus ojos
se puede ver cierta esperanza.
-Ella piensa que no estamos tan perdidos;
no lo estamos...-
Quizás a veces tenga que tapárselos
y no fallar a su pretensión de mantener esa esperanza viva.
Quizás la noche sólo es eso:
un cierre de ojos momentaneo
que cubre de oscuridad las pequeñas realidades.

Quizás esto se vaya a la mierda,
quizás nos estemos cargando lo que tenemos,
 como aquel que cuida sus cosas
con la cautela de un salto a la piscina,
de golpe,
dando planchazo.

Quizás estamos demasiado ocupados con otras distracciones,
quizás yo no tenga muy claro nada de lo que pienso y siento en este momento,
quizás no tenga tanta inspiración ni escriba tan profundo y bien como creía,
quizás expreso cosas que importan bastante poco...

Pero tranquilos,
sólo hablo de posibilidades.
Sólo hablo de unos cuantos 'quizás'.

viernes, 26 de junio de 2015

Baile de disfraces y antifaces.

Las personas de medias confianzas y su moneda para pagar.
El dar la mitad de ti y dejar contento al mundo. O al menos tú sí quedas contento, que eso es lo único que importa.
Intereses propios e intereses fingidos, ambos el modus operandi que viene ahora por defecto.
Unas medio-idas, unas venidas enteras, con todo tu ser para recibir y medio-ofrecer.
¿Eso es lealtad? Eso es realidad.
El descarte del día a día, el pito pito gorgorito a ti también te toca dejar de ser mi mito.
Y así van pasando las páginas de un libro aburrido, las personas en una estación de tren, la oportunidades en la vida...
¿Qué queda?
El dolor intercalado de descartar personas en las que confiabas (a medias).
La decepción de haberte roto delante de cualquier alguien (entero).

sábado, 13 de junio de 2015

¿Qué sabréis tú y el tiempo?

¿Qué sabrás tú de dejar ir libre a alguien si no comprendes lo que es caminar a su lado? ¿Qué sabrás tú de un sentimiento que malamente has profesado? ¿Qué pretendes? ¿Contarle al amor qué es mirar a alguien con una sonrisa en la cara y los ojos brillantes? No pretendas contar a la ilusión qué es esperar minutos enteros sin enfadarte. No quieras contarle a la comprensión qué es llevar a tu pareja a que se le pase la cantidad de alcohol en sangre después de una noche de borrachera. No intentes contarle al cariño qué es un beso en la frente de la persona que quieres. No busques decirle a la honestidad qué es ser totalmente transparente en el peor de tus actos. Procura no decirle a la fidelidad qué es tener una única y especial persona contigo. No desees hablarle al respeto sobre lo que es interponer a la persona que quieres antes que tus intenciones egoistas.No intentes hablar de algo que no sabes ni haz sabido hacer, porque eso te coloca en la lista de ignorantes que tanto odias. 


"Los recuerdos, si queman, es en frío. El mismo frío que algún día terminará por apagarlos. Qué paradoja." 
                                                            
Quisiera creer que el tiempo hará que el sol haga que las nubes, que tapan algo tan puro, desaparezcan totalmente, pero, ¿qué sabréis el tiempo y tú? Si habéis ido vagando a ciegas sin saber qué buscábais. 
Los valores en esta sociedad parecen lastres, cada día lo son más, y cada día queda más gente que hace que esos valores se queden en una cuneta sin ser recogidos por nadie. Y eso es una pena. Es una pena que no sepáis valorar aquello que tenéis y que sabéis que no vais a encontrar en otro lugar. ¡Bendita sociedad con taras! Ahora entiendo cuando nuestros antecesores se casaban con su primer novio/a; sabían lo debastadora que llegaba a ser una ruptura y tenían en mente la consecuencia de ello y el valorar algo con la cuantía que se merece. Entonces, por favor, no hables de añoranza a esos tiempos, si estás perfectamente acomodado a la actitud descarada de estos. No le hables a la verdad, siendo hipocresía y enredo. Lo que sí habla ahora es el enfado, pudiendo hablar la tristeza de aquellos tiempos en los que el sentimiento rebosaba y los días pasaban con una felicidad del que está en las nubes, con la confianza del que va ciego cogido de la mano del otro, con la complicidad de aquellos que están enamorados y sólo ellos saben de que hablan. La melancolía también quería contar aquellos detalles preciosos que recibía, aquellos abrazos en su momento justo y aquellos tan inesperados, aquellos besos que nunca estaban de más, aquellas palabras de aliento junto a un te quiero que salían cuando más falta hacían, aquellas tardes, noches, días gastados haciendo nada y todo a la vez, aquellas veces en las que no había terminado un día y ya estábamos deseando que empezase el otro para vernos otra vez. Pudiendo hablar todos estos sentimientos, que siempre van a acabar en lágrimas, habla el enfado y la frialdad. Ellos tienen más que decir, más que expresar, más de lo que darse cuenta. Así que, no intentes hablar tú y contarle a todos ellos aquello que contabas y crees que entendías. 
No intentes nada, porque no procede. 

Al menos ya no. 


                                                                                                                          -K

lunes, 8 de junio de 2015

Supercalifragilisticuespialidoso pensamiento.

¿Una infelicidad auto-inducida? ¿una voz interior que te dice " párate, analízate"? La mente trabaja cada minuto, segundo, milésima, buscando algo de lo que preocuparse, pero no todo tipo de mentes. Aquí aparecen los tipos de persona que yo llamo "Los Follamentes analíticos". Una bendición  y una maldición a la vez. A veces pensar demasiado nos hace chocarnos con la realidad y después tener que pedirle perdón; o que simplemente aparezca una realidad en modo fantasma y acabemos dudando de si verdaderamente existe o no.  Somos mentes pensantes que buscan encontrar sentido a cualquier tipo de suceso que se nos presente, así que,  acabamos creyendo en esa realidad fantasmagórica. Sin embargo,  sin pensamientos ni razonamientos, no hay preocupación, ni movilización para una acción. El hecho de pensar en hacer algo es como si realizases aquello que piensas. Y si pensar cosas tristes nos hace estarlo, ¿por qué lo seguimos haciendo? ¿Dejar de pensar de esa manera es un tipo de auto-engaño? ¿Pensar es la luz dentro de la oscuridad de la que hablaba Gustav Jung? Unos dicen piensa mal y acertarás. Yo digo piensa, acierta y sé feliz. Pero un día un viejo y gran amigo me dio una lección: no es cuestión de acertar, se trata de elegir. "Piensa, elige y se feliz. Porque no siempre se acierta,  ¿sabes, Cristi? Muy pocas veces en realidad. Pero siempre tenemos que elegir. Todos los días tomamos decisiones (más o menos importantes). Pero, el hecho de estar a todas horas tomándolas, ya debería ser suficiente para que tiremos para adelante con ellas. Eso sí, siempre mirando el lado positivo de todas y cada una". Y ahí, no pude estar más de acuerdo, colega.

                                                 - K (& M)

sábado, 30 de mayo de 2015

Paso a paso, sorbo a sorbo.

En estos días me bebo tragos y tragos de vida para darle un poco de energía,  pero hay veces que ese chute de vida,  repleto de energía, no hace efecto. Te acostumbras al sabor de la energía y dejas de responder a ella. Dejas de responder a la vida o mandas una respuesta que no procede, que no es bien recibida. Todo proceso o actividad tiene un margen de error, toda vida tiene un margen de error: un margen para parar un rato en el suelo mientras vas sobrevolando por el cielo.  Lo equívoco está en ocupar ese margen de error más de lo debido. Perdemos completamente el sentido de nuestro propio ser,  que paradójicamente es lo que nos rodea. Que vivamos en un contexto es una realidad. Pero a veces se nos olvida esa cuestión; a veces estamos demasiado centrados en que tenemos frío, pedimos algo para taparnos y aliviamos eso, y no nos damos cuenta de que alguien ha dejado sus necesidades y su chaqueta para que tú dejes de pasar frío; a veces nos enfada alguna nimiedad sobre otra persona que "atenta" contra nosotros y no nos damos cuenta de que a veces esa persona también se ha visto atacada por una mala situación sin recibir ningún alivio por nuestra parte; a veces avanzamos pensando que no hemos sido descubridores de la gran verdad absoluta y no nos damos cuenta de que tenemos un conjunto pequeño de certezas que son imprescindibles para seguir con nuestra búsqueda de la gran verdad... Por eso, hace tiempo decidí caminar por la vida con la certeza de que cada paso que doy servirá para algo y que en ese paso contemple todo lo que me ha llevado hasta darlo, y así , nunca fallo.

martes, 5 de mayo de 2015

Tu mejor obra.

La mayoría del tiempo siempre te encontrarás a alguien que no te deje alcanzar los 300km/h y despegar, incluso intentarán no dejar que te eleves ni un poquito, les sabrá mal hasta que camines a su misma altura pero por distinto camino. El arte de querer que otros vivan de la manera en la que nosotros viviríamos, en realidad no es un arte. Arte es dejarte el alma en lo que creas, creando algo nuevo, o no tan nuevo; intentando llenar almas terrenales, o no tan terrenales; arte es disfrutar con lo que haces y hacerlo bien; arte es un suspiro en una noche de agosto viendo las estrellas. Lo que tengo claro es que, no dejar caminar a alguien por su propio sendero y realizarse, no es arte. Y yo, que soy una admiradora de esa virtud de la humanidad, no voy a dejar que me chafen la obra.

                                                                                                                     -K

jueves, 12 de marzo de 2015

Resaca de vivir.

Un abrazo ayer, un adiós hoy, un "hasta que nuestros sentimientos se vuelvan a chocar" para mañana... Lo que pasamos día a día en conjunto deberían llamarlo "marronazo gordo", en vez de vida. La vida se trata de cosas pequeñas, cosas que se van uniendo y forman el todo armónico. Una armonía puede ser buena, muy buena o simplemente mala, pero, ¿quién las clasifica de esa manera? Nosotros, oyentes a veces sordos. Nosotros, oyentes con necesidad de un artilugio que nos haga oír mejor. Nosotros, que sólo oímos las partes que queremos y las repetimos una y otra vez para no encontrarnos, no diferenciar entre las notas y nosotros. ¿No es esto equiparable a la vida? ¿No es la vida un marrón en sí misma? Estás metido hasta el fondo en ello, eso lo sabes. A veces no sabes ni por donde empezar, a veces sólo te hace falta un empujoncito, a veces, simplemente, te supera ese gran marrón... Es una ley natural constante, esa ley que de repente un sábado noche te pones a discutir con tus colegas como cualquier conversación normal de vino y compañía, algo así como un enrevesado complejo, con muchas salidas y múltiples opciones de operar para obtener lo que quieres. Así es la vida, ¿no? Así es, tan efímera como una discusión de sábado noche entre alcohol y bromas. Y es que vivir también deja resaca. Las experiencias dejan resaca. ¿Y si nos emborrachamos?




                                                                                                    -K
    

miércoles, 25 de febrero de 2015

El reloj de la reconsideración.

Tanto el hecho de pensar que valoramos algo, como unas palabras soltadas al aire, son lastres. Es curioso que tengamos que notar su ausencia para otorgarle un determinado valor. El frío nos hace saber qué es el calor, el dolor nos hacer saber qué es el placer, las cosas malas hacen que sepamos cuándo nos pasan cosas buenas... Muchas veces, las alegrías son desgracias maquilladas por una reconsideración. Reconsiderar es volver a reflexionar sobre algo, volver a etiquetarlo, volver a valorar su cuantía. Somos comerciantes torpes que erran constantemente en el precio que colocarle al "producto", con una única diferencia: ellos pueden retirar el precio de frágil papel y colocarle otro nuevo; nosotros también, pero nada te garantiza que después de tu error ese "producto" se encuentre en el mismo estado.
Sobrevalorar e infravalorar, ambos bombas de relojería. Dar más valor del que merece, dar menos valor del que merece... ¿No estaba la virtud en el término medio? Nos faltan tantos términos medios y nos sobran tantos extremos que nos hacen dar pasos en falso, caer hondo y sin cuerda para volver a subir. Pero. ¿sabes qué? De eso aprendemos, te lo juro, lo hacemos; como nunca antes lo hemos hecho. Volvemos al principio: ausencia para que podamos otorgarle el valor que merecía a aquello que nos falta. Y aquí estamos perdidos... lo hemos perdido.

lunes, 9 de febrero de 2015

Un papel en el fuego.




Érase una vez...no. En un lugar donde la magia...no. Hace mucho mucho tiempo...no. Bueno, dejémonos de cuentos. Esto es la realidad. La cruda y fresca realidad. Fresca porque cuando te viene a la cara es como si te tirasen una jarra de agua fría. Porque no te lo esperas, porque te viene de la nada. Te rompe. Romperse puede ser bonito. La gente puede romper a reír de carcajadas, romper a llorar de emoción, romperse a la hora de escribir y abrir su caja de Pandora interior... Sí, es bonito, ¿no? Pero quizás por condicionamiento se nos ha inculcado que romper es algo feo, algo doloroso. Y bueno, doloroso sí que es. Pero, ¿por qué el dolor tiene que ser feo? Ibas andando, despistado, mirando al móvil, y te caes. Duele. Te peleas con alguien que te tira al suelo de una. Duele. Tu madre te pega una bofetada porque haces algo mal. Duele. Pero de todo este dolor físico aprendes que debes fijarte más en las cosas que te rodean, que hay que buscar la paz contigo mismo y con los demás, que debes actuar siempre consecuentemente... Todo ese dolor te proporciona lecciones y ganas de hacerlo bien. Pero, ¿qué pasa con el dolor emocional? ¿Qué pasa con esos puñales invisibles que se te clavan sin darte cuenta? ¿Qué pasa con esas ganas de censurar todo aquello que crees que te va a dañar con sólo mirarlo? ¿Qué pasa con las ganas de alejarte de aquello que te va a consumir como si fueses un papel en el fuego? ¿No os duele con sólo pensarlo? Quizás el matiz que hay que hacer no es que el dolor sea feo, si no que no es agradable, pero es necesario. Nos vamos a romper unas cuantas veces, nos van a romper muchas otras más, pero será necesario. Será imprescindible recrearnos en ese dolor, convertirlo en odio para después encontrar la manera de que se transforme en mariposa y vuele. Sólo así estaremos liberados y podremos decirle a ese dolor: “sí, has seguido siendo mi motivo de inspiración para escribir, pero nunca más de la manera en la que te gustaba, capullo”. 

                                                                                                           -K

domingo, 1 de febrero de 2015

Exhalar.

Dejamos un ratito para que nuestros deseos más profundos se juntasen. Dejamos un ratito para unir nuestros corazones desnudos. Sin influencias, sin ideas que interfiriesen, sin nada. Naturaleza pura del sentir, una tregua para nuestras almas. El verdadero sentimiento. Pequeño momento de escape, antes de volver a la bofetada de la realidad.
                                                                              
                                                                 -K


martes, 13 de enero de 2015

Pregúntale al frío.

-Eso es amor y lo demás son tonterías, eh.
+¿Qué?
-Lo digo por el frío, bonicos. Con el frío que
hace para estar ahí, eso es amor.
El frío lo único que ha hecho con nosotros es permitirnos congelar ciertos momentos. Siempre me he dicho que las cosas grises no son tan vacías y planas como se ven, y si así pareciesen, podemos darle nuestro matiz propio para hacerlas más bellas. Esa es una cualidad, que a mi parecer, hace enorme a cualquiera. "Bienaventurado aquel que sabe emplear todo lo que se le brinda". ¿No existe un dicho así? Debería. Al igual que nosotros deberíamos guardarlo muy adentro para no tener ni que considerarlo, para que simplemente podamos hacerlo automático. Y para aprovechar lo bueno y lo peor de esta existencia siempre es mejor teniendo compañía. Pero para una faena así no busques cualquier compañía, no te valdrá. ¿Sabéis de ese tipo de compañía que te da la sensación de que por mucho tiempo que llueva, que llueva fuerte, con ganas, rompiendo todo, siempre volverás a elegir? Ese tipo de compañía, la buena.