¿Por qué esa cara de sufrimiento, pequeña? Siempre acabas
preguntándote para llegar a algún lado. Al igual que preguntabas cuando querías
encontrar una calle, al igual que cuando preguntabas, pero ya sabías. No se
pregunta con una certeza, a menos que ésta sea invisible e impenetrable. Como
aquellos sentimientos que sólo salen cuando ves, escuchas o te empapas de la atmósfera
que creaba (y crea) una canción.
De repente, te pones a llorar. ¿Cuál es tu motivo? Aquí
viene otra pregunta. Joder, deja de querer llegar al final del camino como si
no supieses que estás en un bucle repetitivo. El mismo trayecto, una y otra
vez, hasta automatizarlo. Somos seres de hábitos: necesitamos acostumbrarnos a
todo lo malo de este mundo, porque a lo bueno ya está uno acomodado, como
innatamente.
Entre el cielo y el infierno siempre acabaríamos eligiendo
el área intermedia. Hipócritas imparciales que esperan de ellos mismos ganarse
la tierra santa quemando un valor, el más valioso, enfrente de la puerta que
permite el paso a ésta.
¿Por qué escribes esto? ¿Por qué te expresas con dolor y
desesperanza? Si quisiese caminar, contestaría. Si quisiese contestar,
vomitaría todo. Si no hubiese querido empezar algo alguna vez, nunca me hubiese
preguntado nada.
-K

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