lunes, 9 de enero de 2017

Antroponormoadultfalocentrista.

No sé si estaréis de acuerdo conmigo, pero yo creo que ser normal o no es algo que trasciende más allá de unas ideas o unos comportamientos que van acorde unas leyes no naturales. Que estas leyes no sean naturales ya es la primera señal que pone en tela de juicio la normalidad.
La relatividad de la normalidad también se puede ver en que cualquier problema resulta un problema si la persona misma considera que es un problema para ella. Aquí nos muestra lo efímero que es lo considerado normal: en un segundo algo es normal, pero al rato puede tornarse en no normal. Y ni siquiera tiene que pasar tiempo para que algo sea visto como normal y no normal a la vez, la dualidad que encontramos vista desde dos cabezas diferentes.
Si la normalidad es tan efímera como el lenguaje oral, ¿quién dice que no la establezcamos cada uno en nuestra cabeza? Un montón de cabezas pensantes, retro-alimentándose los unos a los otros, uniéndose en familias, grupos de amigos, religiones, sociedades, culturas... todos éstas plataformas de hechos que se llaman normalidad. ¿No es la normalidad una excusa, a veces no tan obvia, de segregación y discriminación? ¿No es la normalidad el mejor de los pretextos para atentar contra la ética y la moralidad?
La necesidad de dejar escrito aquello que es normal es otra señal de su fugacidad. El tiempo que se invierte en cambiar esos escrito es otra. Como si al no escribirlo se nos olvidase aquello que tenemos que categorizar como semejante o diferente a nosotros. Parece algo más como una apaciguación para cada uno de nosotros o algo más como una facilitación del trabajo a mentes que les quema el pensamiento divergente, por él mismo.
Al igual que la normalidad, queremos pensar en la palabra libertad y se nos abre la boca y la mirada hacia delante al pronunciarla. La libertad está en la mirada de cada uno y a la vez en la de ninguno. Hoy en día está muy claro que no hay libertad ninguna, pero si la situación fuese distinta, ¿habría libertad? ¿Y qué es la libertad en un mundo de influencias, de sociedades, culturas e ideas sino una invención para hacernos sentir mejor? Considero que sólo seremos totalmente libres cuando muramos, puesto que no tendremos nada que perder ni que ganar, no deberemos nada a nadie y nadie nos podrá influenciar (entendiendo este concepto en su máxima amplitud: en el ámbito de las ideas, en el ámbito emocional, etc). Aún cuando morimos le quitamos un poco de libertad a alguien, pues algo de nosotros puede quedar en esa/esas personas, las cuales pueden arrastrar nuestra carga toda la vida.
Si el ser humano va aprendiendo a vivir y a adaptarse en su entorno mediante la imitación, ¿cómo podremos tener libertad? Ni siquiera el realizar una acción que haces porque quieres, porque la has elegido tú, es libre. Probablemente te centres (consciente o inconscientemente) en que tu acción no determine la condena de las necesidades de otra persona/animal/cosa. Todo esto me hace pensar en una cosa que oí hace un tiempo: "el silencio absoluto no existe", porque aunque todo estuviese absolutamente callado, aún seguiríamos oyendo nuestro corazón latir y la sangre correr por las venas.


Y la libertad y la normalidad se quedaron en silencio absoluto.

Y nuestros oídos las oían latir normales y libres.

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