-K.
viernes, 8 de abril de 2016
El principio inocente que sólo quería tener a alguien.
Los principios de cada uno son el niño al que siempre puedes volver a agarrar de la mano. Al que si agarras fuerte, es como si caminases más rápido y mejor: por lo que dejas atrás mirando lentamente el adelantamiento y porque, sea como sea, el cambio es vida, es destrucción y, por tanto, creación, y eso es mejor que el pseudo-paso-de-los-días; es el niño que puedes tardar en coger de la mano, pero que, al decidir no dejarlo solo, te acepta sin juzgarte. Él te deja esa tarea a ti para que cuando lo descubras, te aferres a su mano más fuerte y lo lleves, si hace falta, hasta al baño contigo; es el niño que puede crecer, o no, que puede evolucionar, o no; es el niño más puro e inocente. Así son. Así tiene que ser.
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