martes, 27 de agosto de 2013

Muerte al corazón.

Lo cierto es que nunca he sabido cómo actuar correctamente, si dejarme llevar o simplemente dejarlo ir, si desenterrar ese sentimiento que algún día las desilusiones y decepciones me hicieron enterrar. Un te quiero mal dicho, eso es lo que temes. Disfrutar es tu meta desde aquella primera decepción: ni un te quiero más, ni un abrazo sincero más, ni la misma sonrisa; nunca más… Tu corazón se hace de plomo. Nada ni nadie puede pertubarlo ya, hacer que se sienta vivo, hacer que sienta que nada, absolutamente nada, lo puede parar porque corre a contrarreloj sin importar lo que le rodea. Olvidas todo, a todos. Sólo te queda frialdad, dureza, escarmientos… Hasta que llega, ese interruptor que se acciona diciéndote ‘¡hey! ¿qué me está pasando? ¿hace cuánto que no sentías esto?’. Vuelves a sentir, crees que no debes hacerlo, no estás del todo segura que quieras hacerlo, pero te dejas llevar. ‘Con cautela’  te repites constantemente, aunque al primer ‘me gustas’ olvides la jodida advertencia. Lo bueno de todo esto es que la experiencia habla por sí sola, (y la naturaleza humana) y  la decepción pasa a estar en mis planes. Pero, ¿sabes qué? Esta vez es una de las tantas veces que te quedarán por vivir, en las que tu corazón demuestre que ha revivido, sí, pero no con la misma esencia ni la misma vivacidad;  para eso siempre faltarán tiempo, ganas y la persona correcta…         
      -K

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